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San Fernando: Tradición y Excelencia Académica desde 1856

Fundada la Universidad de San Marcos el 12 de mayo de 1551, el virrey conde de Chichón crea las Cátedras de Prima y de Vísperas de Medicina el 11 de octubre de 1634, dando inicio al estudio académico de la medicina en el Perú. A finales de 1691, se crea la Cátedra de Método de Galeno o de Arte Curativo; en 1711, la de Anatomía; y en 1792, por gestión de Hipólito Unanue, se inaugura el Anfiteatro Anatómico en el Hospital San Andrés.

Los estudios clásicos y doctrinarios que impartía la universidad debían complementarse con el ejercicio práctico y el desarrollo clínico en el manejo de enfermos, que cumplían los alumnos en los Hospitales Mayores de Lima, verdadera “formación en servicio” que dio origen a las llamadas “Escuelas Prácticas de Medicina y Cirugía”.

 

La egregia figura de Hipólito Unanue, tratando de perfeccionar la enseñanza médica mediante una formación integral y uniforme de médicos y cirujanos, establece las “Conferencias Clínicas” y propone al virrey Fernando de Abascal la creación del Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando, el que, tras ser construido por el presbítero Matías Maestro, se inauguró en 1811 en la esquina de las calles de San Andrés y Sacramento de Santa Ana, frente a la plaza del mismo nombre (hoy Plaza Italia), cumpliéndose así la gran aspiración del sabio.

La patriótica actitud de profesores y alumnos del Colegio, dirigidos por Unanue, contribuyendo a fijar las bases de la nacionalidad en el periodo que da término a la Colonia e inicia la República, motiva al protector don José de San Martín –el 27 de agosto de 1821 y en honor al mérito–, a cambiarle el nombre por el de Colegio de la Independencia, el que conserva hasta el 9 de setiembre de 1856 cuando el presidente constitucional de aquel entonces, don Ramón Castilla, aprueba el Reglamento de Funcionamiento y crea la Facultad de Medicina de San Fernando, pilar fundamental de la Universidad de San Marcos, nombrando a Cayetano Heredia como su primer decano.

 

Heredia fue autor del primer Reglamento Orgánico de la Facultad –su obra maestra– y verdadero artífice de la evolución favorable de la enseñanza de la medicina en los casi veinticinco años que le correspondió dirigir a nuestra institución, lo cual, sumado al trato paternal que tenía con docentes y alumnos, más su impulso por la docencia y las medidas de salubridad en beneficio de la comunidad le permiten compartir con Unanue el sitial de honor que San Fernando reserva para sus hijos más ilustres.

 

El 5 de octubre de 1885, Daniel Alcides Carrión –alumno del sexto año en San Fernando y mártir de la medicina peruana– se inmoló al inocularse el líquido de un verrucoma, tratando de demostrar la unidad clínica entre la fiebre de La Oroya y la verruga, fases de una misma enfermedad que diezmaba a las poblaciones de las quebradas andinas. Desde entonces, el martirologio del alumno sanfernandino es recordado en su memoria como “Día de la Medicina Nacional”, pasando Carrión a constituir con Hipólito Unanue y Cayetano Heredia la trilogía paradigmática que sintetiza los más elevados valores éticos, morales y científicos del médico peruano.

San Marcos, la más antigua y emblemática universidad peruana, siempre ha estado ligada a los acontecimientos políticos y académicos en diversos periodos de la historia del Perú. Así, cuando en 1960 –siendo presidente don Manuel Prado Ugarteche, rector de la Universidad de San Marcos, el doctor Luis Alberto Sánchez y decano, el doctor Alberto Hurtado Abadía– se implanta el tercio estudiantil en el Consejo de Facultad en el nuevo Estatuto Universitario; ello no es aceptado por el decano y la gran mayoría de profesores, por considerarlo “incompatible con los requisitos que exige la educación médica y desvirtuarse la función que corresponde a los alumnos en la vida universitaria”.

 

Por tal razón, el 11 de agosto de 1961, las autoridades y más de cuatrocientos profesores renunciaron y abandonaron San Fernando en dramática protesta, y forman posteriormente lo que es hoy la Universidad Peruana Cayetano Heredia, cisma traumático que interrumpió el largo proceso que inició Hipólito Unanue, fortaleció Cayetano Heredia y engrandecieron una pléyade de sabios maestros sanfernandinos que elevaron a las más altas cumbres la medicina nacional.

Quienes vivimos esos aciagos momentos, fuimos testigos de excepción del esfuerzo denodado de maestros como Héctor Colichón Arbulú, Alberto Cuba Caparó y Alberto Guzmán Barrón –entre otros ilustres profesores que no abandonaron San Fernando–, por reestructurar nuestra gloriosa casa de  estudios  y  encaminarla  por la senda cada vez más compleja y de creciente y desigual competencia, desde que dejamos de ser la única Facultad de Medicina del país, para pasar a ser la simiente de donde se han forjado la mayoría de las 28 facultades de medicina que existen actualmente en el Perú.

Es esta historia de la medicina peruana –resumida en la de San Fernando–, en que, cicatrizadas las heridas del doloroso trauma del 1961 y comprendiendo la posición principista de nuestros maestros de entonces, hemos aprendido de nuestros errores y dejado atrás el pasado, fortaleciéndonos en el trabajo conjunto, esforzado y armonioso, sumando esfuerzos en metas comunes y procurando una competencia interinstitucional, equitativa, justa y alturada, como corresponde a los herederos de tan ilustre y noble estirpe.

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